China no es una economía de mercado, y su veloz ascenso como potencia industrial hace diez años ha generado importantes desbalances en los flujos del comercio internacional. La Sección 232 del Gobierno de Donald Trump, que impuso aranceles a la importación de productos de acero y aluminio a principios del 2018, da cuenta fehaciente de que los códigos comerciales que conocíamos están en mutación.
Latinoamérica enfrenta importantes cambios políticos en varios de sus países, los cuales significan nuevos desafíos pero también oportunidades. Uno de estos desafíos es justamente el desbalance comercial siderúrgico (materias primas, acero y bienes producidos con acero) entre Latinoamérica y China, el cual alcanzó los US$31 mil millones en 2018. Hay en ese intercambio un alarmante desbalance de bienes industriales producidos con acero, el cual alcanzó los US$45 mil millones el año pasado, compensado por exportaciones de materias primas por US$20 mil millones.
El 50% del acero del mundo es producido por China. Su producción industrial se sustenta en un esquema de subsidios estatales, y esto implica un desafío enorme para las industrias privadas que no pueden competir con sus productos si no existe un campo de juego nivelado.
Nuestra cadena de valor metalmecánica está peligrosamente expuesta a la concentración de producción de manufacturas en China. En la actualidad, se encuentran en vigencia y en proceso de investigación un total de 183 casos de dumping en el mundo por competencia desleal de productos siderúrgicos provenientes de China.
En Argentina, la industria del acero es una industria que se produce con los más altos estándares de calidad, cumpliendo con los requerimientos y exigencias del sector Industrial, automotriz, energético, de construcción y de línea blanca. En el 2019 se invirtió en el país un total de US$190 millones y se prevé que el total de productos exportados de acero laminados alcance para fin de año un total de 960.000 toneladas, el equivalente al 20% de la producción anual. Es una industria que emplea de manera directa a casi 20.000 personas y de manera indirecta a más de 100.000. Durante los últimos diez años, el sector en Argentina acumuló inversiones por un total de US $3.200 millones.
El acero es un insumo estratégico, y su producción regional tiene que seguir creciendo si queremos que crezca un gran número de industrias fundamentales para el crecimiento de los países latinoamericanos.
Después de verse afectada por la pandemia, América Latina muestra señales de una recuperación gradual. La industria de acero en la región refleja esa tendencia, restableciendo hornos y ampliando sus operaciones siderúrgicas. Hasta el momento, en algunos países la reactivación se visualiza en formato de “V”, aunque se está lejos de volver a los niveles previos a la crisis del Covid-19. En este escenario, las cifras de producción de acero crudo del mes de agosto mantuvieron una tendencia positiva, sumando un total de 4,807 millones de toneladas (Mt), que representa un aumento de 7,9% en comparación con el mes anterior (julio de 2020).
Pese al aumento de la producción del mes, impulsado por Brasil, México y Argentina, el resultado quedó un 2,4% por debajo de agosto del año pasado. En cuanto a productos laminados, la producción de aceros largos creció un 9,5% durante el mes, frente al 15,9% de planos. Sin embargo, la producción de tubos sin costura sigue deprimida. A pesar del incremento de 17,9% con relación al mes anterior, la producción mantiene una baja de 62,9% respecto a agosto del año pasado.
Fuentes: Clarín Economía- Alacero.org